sábado, 7 de marzo de 2009

Ángela Vallvey: “No lo llames amor”

29 de mayo de 2003

Ángela Vallvey nos ofrece, con talento y una prosa brillante, un libro hermoso repleto de historias sobre la crueldad, la infidelidad, la seducción, los celos, el goce y el desengaño, en el que no faltan buenas dosis de poesía y de compasión.

Sinopsis
Este libro es un imaginativo repertorio de las sutiles gradaciones que se ve sometido el comportamiento amoroso y sexual en nuestro días, desde las rebuscadas manifestaciones del más rancio “amor cortés”, hasta la fantasía de la violación o la entrega absoluta, pasando por el saqueo emocional y físico de los amantes, e incluso el delirio final de una muerte violenta.
Concebido como una exploración alrededor de la idea de la pasión amorosa más terrible, la autora, en su búsqueda de respuestas, se encuentra frente a frente con los personajes de esta narración, que la hacen partícipe de sus diferentes experiencias sentimentales, a la vez que la ilustran sobre los modos y costumbres del amor y el desamor contemporáneos, con sus numerosos atributos y conductas que forman un variado crisol intemporal por el que se traslucen los infinitos claroscuros de la naturaleza humana.
Un emotivo itinerario sobre el mapa del ardor pasional de nuestro tiempo, especial para amantes y curiosos del amor, de la literatura y de la vida, en el que la autora, al igual que Dante, indiscreta y llena de estupor, de melancolía, se pasa por el cielo del amor; paraíso que cabe en el infierno del deseo.

Ángela Vallvey, es autora de las novelas A la caza del último hombre salvaje (1999) y Vías de extinción (2000), ha publicado varias novelas juveniles y tres libros de poesía, entre las que destacan El tamaño del universo (Premio Jaén de Poesía 1998) y Extraños en el paraíso (2001) Premio Nadal por “Los estados carenciales” (2002). Colabora en distintos medios de comunicación.

Ángela llegó el día anterior de la promoción, por la tarde, con un calor aplastante, el sol pegaba con toda su fuerzas. Después de presentarnos, en el vestíbulo del Hostal de los Reyes Católicos, decidimos irnos a la cafetería a tomar algo fresquito para aplacar el calor del día. Durante la cena, la puse al corriente de las entrevistas que iban a tener lugar al día siguiente con los periodistas de prensa escrita, radio y TV con los que tendría que hablar sobre su novela “No lo llames amor”, recientemente publicada por Ediciones Destino.
Entre otras cosas, en la cena hablamos de Cuba y de la poesía que se hace en la isla. Despedimos la noche con un poema de la poetisa cubana Carilda Oliver, "Me desordeno, Amor..."

  • Me Desordeno, Amor, Me Desordeno

  • Me desordeno, amor, me desordeno
  • cuando voy en tu boca, demorada,
  • y casi sin por qué, casi por nada,
  • te toco con la punta de mi seno.

  • Te toco con la punta de mi seno
  • y con mi soledad desamparada;
  • y acaso sin estar enamorada
  • me desordeno, amor, me desordeno.

  • Y mi suerte de fruta respetada
  • arde en tu mano lúbrica y turbada
  • como una mal promesa de veneno;
  • y aunque quiero besarte arrodillada,
  • cuando voy en tu boca, demorada,
  • me desordeno, amor, me desordeno.

Ángela Vallvey y yo


ENTREVISTAS


La Voz de Galicia: Concha Pino
El cronómetro

Titular: “La cara trágica del amor es la literatura, la que da juego”

La autora utiliza en la obra referencias a su entorno “como recurso estilístico y guiño burlesco a la metaficción”.
La nueva novela de Ángela Vallvey explora la pasión amorosa a través de personajes que llegan en experiencia del amor y desamor al deliro, la violación y la muerte. La autora premio Nadal 2002, ya ha escrito varias novelas y tres libros de poemas.

-¿Por qué eligió el amor para explorar la condición humana?
-Aparte de ser un tema intemporal y un tópico universal, en tiempos de guerra hay un interés unánime por temas de amor, y a lo mejor es como un virus que estaba en el aire y lo he pillado. El amor es la construcción cultural con la que envolvemos la necesidad de reproducirnos, u quería lanzar una mirada fascinada y horrorizada sobre la cara trágica del amor, que es la literaria, la que da juego.
-Y habla en primera persona…
-Pero no hay metaficción. En casi todos mis libros hay referencias reales a mi entorno, a mi familia… En este es como más evidente, pero es un recurso estilístico y un guiño burlesco a la corriente de autoficción que se está produciendo hoy en día.
-¿El premio Nadal marcó un antes y un después?
-Si, porque tengo más estatus como escritora, más lectores y más atención de la crítica, pero no a la hora de tomar decisiones y escribir lo que yo quiero. Siempre me he sentido muy libre y no me dejo coaccionar por la situación.
-¿Su poesía es para evadirse de la narrativa?
-La narrativa es un trabajo diario, un proyecto a largo plazo. Poesía la escribo de tarde en tarde. Los versos me caen del cielo, como en un estado de gracia. Soy una privilegiada.
-¿De ahí la carga poética, lírica, de sus novelas?
-Prefiero pensar que hay una mirada lírica, porque no me gusta la llamada prosa poética, que me parece relamida, empalagosa y cursi.


Ángela Vallvey


Faro de Vigo: Carmen Villar
Titular: “El lado trágico del amor debería quedar para la creación”

Aunque se comenta que Shakespeare ya dijo todo lo imaginable sobre el tema, el amor sigue dando que hablar. Y que escribir. Ángela Vallvey, ganadora del Nadal del año pasado, ha sucumbido también a la fascinación del sentimiento que más muertes ha provocado a lo largo de la historia. Su nueva novela, que presentó ayer en Santiago, se titula “No lo llamea amor”.

-¿”No es bueno mezclar locura y amor”?
- No, creo que no. Aunque si la locura es divertida, creativa y sana, si se debe mezclar: Hay que encontrar el lado gozosos, lúdico, celebrativo del amor. No, como viene siendo habitual, el lado trágico. El lado trágico del amor debería quedar sólo para la literatura, para la creación, peor de las pequeñas vidas que vivimos todos, debería estar lo más lejos posible.
-Pero la realidad en estos casos supera a la ficción…
-Siempre ocurre así. En relación al amor, creo que nos falta una educación sentimental. Algún día habrá que empezar a plantearse enseñar a la gente a amar de forma sana.
-Insiste en la realidad: “la vida discurre siempre en un contexto realista”.
-No te paras a pensarlo, pero es así. La realidad realmente empequeñece mucho los otros mundos que viven en este. Hay cosas que no puedo cambiar en el mundo fuera de mí, pero no dentro de mí. Ese es el consuelo que nos queda a todos, el consuelo del individualismo, que en esta época está corriendo grandes peligros.
-¿Por qué?
- el individualismo ha sido la gran conquista del siglo XX y hoy el individuo va perdiendo importancia a favor de la masa.
-¿Realmente somos esclavos de nuestra condición transitoria?
-No se trata solo de que todos tenemos fecha de caducidad, sino que eso condiciona todos los actos que hacemos a lo largo de nuestra vida.
-Pero la gente hace planes como si fuese a vivir siempre…
-Yo vivo solamente para mañana o para pasado, aunque a la hora de tomar decisiones prácticas, como la de una hipoteca, no tienes más remedio. Aunque vivamos con la idea de que no vamos a morir nunca, lo cierto, es que morimos, y eso también nos esclaviza.
-¿”Las palabras adecuadas siempre se esconden en lugares demasiado íntimos”? ¿Cómo se encuentran?
-Si careces de timidez y tienes sentido del riesgo, siempre te atreves a buscarlas donde estén. Porque, si no las buscas tú, ¿quién lo va a hacer? Hay que atreverse, aunque corras el riesgo de equivocarte.
-Los poetas de ahora, dice, no suelen hablar de amores felices. La tele tampoco. ¿Es que ya no quedan?
-Lo que ocurre es que lo que se busca es el conflicto porque es el conflicto el que genera espectáculo.



El Correo Gallego: Xurxo Fernández
La Rosa de los Vientos

A Ángela Vallvey, se la descubrió con “A la caza del último hombre salvaje”, y se coronó el pasado año al recibir el Nadal por “Los estado carenciales”. Ahora acaba de publicar, en Destino, No lo llames amor, que su autora estuvo a punto de bautizar, por razones obvias, Libro del mal amor. Consiste en una serie de relatos cuyo tema central es el desencuentro. Su estilo es elegante, preciso rico de formas sin ser excesivo. Hereda a Ovidio, a Jean de Meura, a Edmund Spenser. Esta dice Ángela, “escrito con mucha amargura; es una visión desolada, una mirada fascinada por las aristas del amor insano, o del amor trágico, que es en definitiva el amor literario”.

Ángela Vallvey, Xurxo y yo

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