lunes, 16 de marzo de 2009

Antonio Soler: “El camino de los Ingleses” y Javier Puebla: “Sonríe Delgado”. Premio Nadal 2004


27 de febrero de 2004

Antonio Soler "El camino de los Ingleses", Premio Nadal

El universo de primeros amores, sexo, obsesiones, conflictos, desconcierto y amistad, es el entorno en el que se desarrollan las vidas de los personajes que configuran la historia de este grupo cuyos miembros viven al margen del éxito, se debaten entre la inocencia y la madurez e intentan eludir la desorientación y la desazón ensoñando un quimérico porvenir.

Sinopsis
Un poeta que no escribió ningún verso, una mujer que hizo un anuncio de polvos de talco y pensó que era Lana Turner, una chica que anhelaba ser bailarina profesional y recibía clases gratuitas de samba en un local nocturno o un muchacho que justificaba el abandono de su padre imaginando que se lo había llevado una noche de tormenta y que la lluvia lo devolvería, como a las ranas, en un lugar aleatorio, son algunos de los personajes de El camino de los ingleses. Unos personajes que viven en el período entre la adolescencia y la edad adulta, en la que los sueños empiezan a desquebrajarse y la vida plácida y despreocupada empieza a teñirse con las oscuras nubes del incierto futuro. En esta etapa de cambio permanente, el grupo es el último fortín donde el piso es todavía firme y donde las reglas son todavía ajenas al exterior.
Antonio Soler nos brinda con agudeza, ironía y picaresca, un magistral retrato del último verano de la adolescencia.

Antonio Soler (Málaga), ha sido Premio Primavera en 1999 con la novela El nombre que ahora digo, Premio Herralde en 1996 y Premio Nacional de la Crítica en 1997 con Las bailarinas muertas. Recibió también el Premio Andalucía de 1993 con Modelo de pasión. Es autor asimismo del libro de relatos Extranjeros en la noche y de las novelas Los Héroes de la frontera (1995) y El espiritista melancólico (2001). Sus obras han sido traducidas a siete idiomas. Ha realizado numerosos trabajos como colaborador de prensa y guionista de televisión.


Javier Puebla “Sonríe Delgado” Finalista Nadal

Sinopsis
Sonríe Delgado narra la historia de Frederic Traum, un personaje nebuloso que, en Beirut, encuentra en la calle a un hombre in artículo mortis, Alberto Delgado, funcionario de la embajada española, con el que hace un insólito pacto: intercambiarán sus personalidades –lo que borraría el oscuro historial de Traum- con la condición de matar a Ana, una mujer que vive en Barcelona, de la que el moribundo desea vengarse.Con el aparo de su nueva personalidad, el falsario protagonista inicia su nueva vida en España tejiendo diferentes ardides para conseguir sus planes, entre los que se incluye el cumplimiento de su parte del trato con Delgado, para lo que Traum llega a inventar un nuevo personaje que cierra el círculo de este caleidoscópico juego de apariencias en el que nada es lo que parece, en el que el bien y el mal son complementarios y en el que incluso la vileza tiene su propio código de honor.
Javier Puebla nos ofrece una brillante narración en la que los equívocos, el erotismo y la maldad son los ingredientes fundamentales para urdir una trepidante comedia negra de enredo.

Javier Puebla (Madrid), es escritor, periodista y director de cine. Ejerció funciones diplomáticas en Dakar. Columnista del diario la Opinión y profesor de escritura creativa y microrrelatos. Ha publicado las novelas Murciatown y Aquel anciano pájaro y los libros de relatos Adela tenía una mariposa (gris) en cada ojo y Aullidos de antirealidad y ha sido premiado en los concursos Silverio Lanza y La Ventana de la Cadena SER.

Cuando promocioné en Santiago a los escritores Antonio Soler y Javier Puebla, hacía aproximadamente un mes que los dos autores habían sido galardonados con el Premio Nadal, el más antiguo de los premios literarios que se conceden en España. El escritor Antonio Soler ganó el Premio Nadal con la novela El camino de los ingleses, con la que alcanzó tal éxito que su amigo, el actor y director malagueño, Antonio Banderas, se animó a hacer la película, adaptando la novela al cine y siendo guionizada por el propio autor Antonio Soler. Llegó a la gran pantalla en el año 2006. La película obtuvo dos nominaciones a los Premios Goya y en el festival de Berlín consiguió el premio Europa Cinemas Label de la red de salas europeas. De esta película guardo con mimo el DVD junto al libro del guión cinematográfico que me regaló y dedicó Antonio Soler.

Antonio Soler y Antonio Banderas



Guión cinematográfico de Antonio Soler


El escritor Javier Puebla quedó finalista del Premio Nadal con la novela “Sonríe Delgado”. A Javier le acompaña desde siempre una pequeña agenda que guarda como un tesoro en el bolsillo del pantalón, en la que toma nota de todo aquello que le pueda servir para alguna de sus novelas. De la agenda extrae unas cartulinas, tamaño tarjetas de visita, impresas en ambas caras con microrrelatos, que titula “El cazador de cuentos”, que ha escrito diariamente durante un año. Me regaló tres: “La Amante”, “Su único Reino” y “Dicen que en la Cúpula de la Catedral se Esconde un Cyborg”.

El cazador de cuentos




ENTREVISTAS

LaVoz de Galicia: Concha Pino
Titular: “El ganador evoca el regalo que le supuso el premio San Clemente

El autor recogió en su día el premio en el Rosalía en 1996, el galardón estudiantil por su segunda novela.
El ganador y el finalista del premio Nadal, Antonio Soler y Javier Puebla, estuvieron en Santiago para promocionar sus respectivas novelas. Si para Puebla, autor de Sonríe Delgado, quedar de finalista representa “entrar en un juego, cerrado y pequeño, en el que no entra cualquiera, además de un marco que suaviza la novela, que sería más dura para el lector de no ser finalista”, para Antonio Soler el Nadal significa “como un ajuste de cuentas, porque es el premio que a todos los que de jóvenes teníamos veleidades literarias nos hubiera gustado ganar”.
Pero este autor, que ha logrado galardones tan relevantes como el Herralde y el Primavera de novela, el de la Crítica de Andalucía y el Nacional de la Crítica, “los premios están muy bien, pero no definen una obra literaria. Sirven muy bien para este circo en el que se ha convertido la literatura.
Antonio Soler también figura en el palmarés de los premios Arcebispo Juan de San Clemente que convoca el instituto compostelano Rosalía de Castro y que conceden alumnos de bachillerato de toda Galicia. Fue premiado en la tercera edición, en el apartado de novela en castellano, por Los héroes de la frontera, su segunda novela. Y dice que fue “un regalo, el premio del lector puro, el que te llega de verdad”.
La novela ganadora del Nadal El camino de los ingleses, aborda el difícil paso de la adolescencia a la edad adulta. Aseguró que el tema no significa “tanto como lo que aporta, porque creo que ser escritor, es una forma de mirar el mundo y yo intento tener mi propia mirada y contársela a los demás”. De la adolescencia le parece hermosos el idealismo, “lo que aspirábamos a ser quizá no conseguimos, porque la vida nos va poniendo capas finísimas de polvo encima de los sueños, y cuando han pasado los años te das cuenta que no eres aquel que querías ser. Intento rebelarme contra eso, y esa pugna tiene mucho de literaria, y quizá por eso decidí contar el inicio de ese pulso que debemos mantener con la vida, esa limpieza de polvo”.
A Javier Puebla le salió una novela negra, aunque afirma que no tenía ninguna intención de género al escribirla, “porque a mi me elige el tema y sale la novela. Esta es una historia que para mi es inquietante.



AGN Axencia Galega de Noticias: Antonio Soto
Titular: “Algunos éxitos sociales esconden una derrota íntima y profunda”

En el periodo entre la adolescencia y la edad adulta, los sueños empiezan a resquebrajarse y la vida plácida y despreocupada va dando paso a la incertidumbre. Los cambios son permanentes en este tiempo en el que se entrecruzan los primeros amores, el sexo, los conflictos, las obsesiones. Se vive todavía al margen del éxito, en donde con cierta frecuencia terminan emboscándose profundas derrotas íntimas.

-Con esta línea argumental, Antonio Soler, ganó el Premio Nadal 2004. “El camino de los ingleses”, es una historia instalada en el último verano de la adolescencia, en el que ya se divisa, la madurez, ¿es la patología del desencanto?
-Yo digo que es la vejez, porque creo que la madurez es el término en el que uno establece el pulso con la ilusión, con los sueños que se tienen y porque es cuando todavía no se ha rendido. El desencanto de verdad lo que produce no es madurez, sino vejez. Otra cosa es que te vayas desencantando por el camino. Pero si todavía tienes fuerzas para reponer ese desencanto estás en el territorio la madurez, que es cuando renuevas, cuando ves que algo cae e intentas levantarlo. Ahora, cuando ya te rindes, no es madurez, es carne de tumba ya.
-La plena vejez supone entonces el desencanto absoluto…
-Si, pero yo he encontrado mucha gente anciana de 40 años. Ese es el problema, cuando también te has dejado vencer y no ya cuando te ha vencido la edad biológica.
-¿Qué hubiera sido para usted el Nadal si en vez de ganar hubiese quedado de finalista o entre los diez últimos o entre los diez últimos?
-Si hubiera quedado entre los diez últimos, probablemente, no me hubiera enterado. Si hubiera sido finalista me hubiera gustado menos, pero mi novela habría seguido siendo lo buena o mala que es con independencia de eso. Y, al final, yo creo que eso es lo que importa, porque los premios y el Nadal están muy bien y se repite hasta la saciedad que forma parte de la literatura española, pero eso es la anécdota, el hecho real es la novela en sí, y eso es lo que al final le importa a un escritor.
-¿Los sueños de la juventud son los recuerdos de la madurez?
-Creo que el trabajo de la vida es bastante más sutil y que el día a día va incorporando en los sueños pequeñas capas de polvo, forjando una finísima capa que cuando han pasado 20 o 30 años, aquellos sueños están un poco enterrados. Además, si te dedicaras todos los días a recordar cuales son tus sueños intentarías quitar esa película de polvo y mantenerlos en vivo. Muchas veces, lo que ocurre es que tienes 45 o 50 años y, de pronto, miras atrás y te das cuenta de que eses otro del que querías ser. Ahí puede haber un choque fuerte, pero no es un ejercicio que se haga día a día.
-¿Cuántas veces ha salido y ha entrado en “El camino de los ingleses?
-No he aprovechado anécdotas de mi vida para ponerlas ahí. Si acaso, hay algunas historias que le ocurrieron a amigos y que me parecieron lo bastante chispeantes o con el suficiente interés para recogerlas. No es desde luego un libro biográfico en ese sentido. Lo que ocurre es que todos hemos tenido unas experiencias similares en la esencia en esa época de la vida. Algunos lectores me dicen que se reconocen en los protagonistas de esta novela y que ellos también tuvieron un periodo de su vida que fue muy parecido.
-¿La juventud puede estirarse como una goma durante los 35 años que algunos hijos tardan en abandonar el domicilio de sus padres?
-No sé si un chico de 35 años que vive con los padres es un joven. Hay casos en que la pura economía prolonga la estancia. En otros es pura comodidad, por estirar la vida dentro del útero, del huevo, pero creo que la juventud se estira de otro modo, porque tomar las riendas de tu propia vida y vivir a tu aire y de otro modo es una forma de ser joven. Lo otro, es voluntario, creo que es más bien indolencia, una sensación acomodatoria que me da la impresión que poco tiene que ver con la juventud.
-Habla usted de que la madurez nace a partir del desequilibrio…
-La época de esta primera juventud no es que sea un desequilibrio, es un auténtico terremoto. A mi no me gustaría tener 18 años, porque todo se mueve a tu alrededor y nada tiene un mínimo de estabilidad. Los jóvenes, más los chicos que las chicas, son completamente inseguros sobre su vida sentimental y sexual, laboral o económica. Por eso digo que es una época de bastantes incertidumbres.
-¿Al final, el éxito o la falta de él es lo que queda?
-Si, pero había que cuestionar que es el éxito, porque el éxito profesional a veces, es una parcela muy pequeña. Uno de los personajes de esta novela, del que sabemos algo 25 años después, es un abogado de cierto prestigio al que le van las cosas bien, pero internamente tiene una sensación de derrota importante. No se considera una persona de éxito porque siente que fue un cobarde en un momento dado de su vida, demasiado complaciente y que a la hora de la verdad no pelea donde tenía que pelear. Yo creo que lo importante es saber que el éxito y a costa de qué se obtienen determinados resultados. A veces, algunos, éxitos sociales lo que esconden de una derrota íntima profunda.

***

Faro de Vigo: Carmen Villar
Titular: “Cuando has muerto muchas veces, no te preocupa morir” (Javier Puebla)

Él podría no ser él. Al menos si sigue los dictados de la novela con la que quedó finalista del Nadal, “Sonríe Delgado”. El madrileño Javier Puebla, al margen de lo que relate, es escritor y ejerció funciones diplomáticas en Dakar. Y con ese yo, y otros yos que no son, construye una novela negra sobre identidades suplantadas y una vida al límite.

-¿Lo que ocurre en la vida es “atreverse a saltar al vacío”?
-En la mía sí.
-¿Y no teme darse un golpe mortal en la caída?
-Cuando has muerto muchas veces, no te preocupa el morirte una vez más.
-¿Y cuantas muerte lleva?
-Bastantes
-Pero, ¿está contento con su vida actual o suplantaría a alguien como su personaje?
-En un principio estoy abierto a cualquier posibilidad. Si fuese capaz de hacerme pasar por una chica, incluso a ti. Cualquier vida que no es la tuya es un viaje, una experiencia nueva.
-Tanto suplantar… ¿no será que su personaje tiene miedo a ser él mismo? ¿Y usted?
-El artista, al menos en mi caso, es un poco una fuga hacia delante. Yo no me considero así o así. Yo soy un poco cueva de almas. Al ser escritor, te puedes transformar. Si uso la voz de Federico Sueño (con la que incluso he publicado un libro) me siento más ancho. Antes de escribir me pongo despiadado y me importa todo un pimiento y saco su voz.
-En el mundo-escenario…
-Si, el mundo es un escenario. En el cine también me lo tomo así y uso escenarios y gentes reales en las que busco un personaje. Y hay un punto en que es como un circo. El truco reside en no tomárselo muy en serio.
-¿A uno mismo tampoco?
-A uno mismo tampoco porque nosotros mismos somos el punto de referencia. La primera relación que tienes en el mundo es contigo, desde que te levantas hasta que te acuestas.
-¿Qué le parece la promoción? Todos se quejan…
-A mi me encanta. Esto es escribir. Yo, cuando inventé a Frederic Traum, me lo inventé como una persona real. Tú llagabas a mi casa, verías dos tazas de café y yo te contaría que se acaba de ir Federico, que está loco y que se va de mercenario al Líbano… Lo que siempre me ha gustado es escribir sobre la piel de la realidad. Me parece muy superior que escribir sobre un libro. Por eso la promoción es genial. Yo soy vitalista. Necesito contactar con la gente.



El Correo Gallego: Xurxo Fernández
La Rosa de los Vientos
Titular: Primavera de rosas literarias

La primavera, como antaño en la vieja Auriense, trae un río plagado de pepitas de oro. Como las dos obras que se han hecho acreedoras al Premio Nadal 2004.Ganó Antonio Soler (El camino de los ingleses), que ya había hecho estremecer a críticos y lectores con obras tan personales como El nombre que ahora digo o con Los héroes de la frontera, que le valió el Premio San Clemente. En la obra se ha construido un sólido arquetipo, perfectamente reconocible para cualquier país.Se trata de rescatar el tiempo de la adolescencia, con todo su horror y fascinación, con lo que tiene de hermoso y de terrible. Algo semejante a lo que produce en otra época y otro ámbito, Cumbres Borrascosas. Dante Gabriel Rossetti llegaría a decir de ella: “La acción transcurre en el infierno; los nombres, por alguna extraña razón, son ingleses”. Aquí pasa lo mismo. Los personajes son Miguelito Dávila, Paco Frontón o Babirusa, pero podrían ser Pichula Cuéllar o el joven Grass de El gato y el ratón, portadores –también ellos- de un incontrolable destino.
Por su parte, Javier Puebla quedó finalista con Sonríe Delgado, obra visceral, hecha como a puñetazos, que está cercana al género thriller –un cambio de identidad para cometer un asesinato, muy en el tono de la obra Extraños en un tren de Highsmith-Hitchocok- pero que va mucho más allá.

Javier Puebla y Antonio Soler

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