Los amigos del crimen perfecto, Premio Nadal
En Los amigos del crimen perfecto un grupo de amantes de la novela negras persigue, desde hace años, la quimera de un crimen perfecto, hasta que la realidad acaba enredándoles en algo que excede sus mejores sueños. Es entonces cuando el pasado emerge con su dramática verdad. Capitaneados por Paco Cortés, un escritor de noveluchas de quiosco, comprenden que al fin el hambre de justicia suele despertar la sed de venganza.
Andrés Trapiello homenajea un género admirable, suavemente parodiado a veces, sin perder de vista su propia médula: si es posible la felicidad –o cuando menos la tranquilidad- sin la justicia, y si la falta de ésta justifica cualquier medio para alcanzarla, si es preferible estar al lado de las víctimas o en el de los verdugos. Para entonces el asesinato de uno de los personajes ha puesto ya en marcha el mecanismo de la memoria, y la novela se ha convertido en una reflexión moral sobre el ambiguo y desazonante sentimiento de la venganza, mientras todos buscan desesperadamente a un asesino.
Finalista Premio Nadal
Tardé más de quince años en descubrir que la estampita con la cara de Cristo que colgaba del dormitorio de mis padres era mi propia cara…
Roberto Estaban, un púgil retirado que una vez rozó la gloria, se gana la vida como matón a sueldo, sin más amistades que un camarero lacónico y un diminuto pez luchador tailandés, ni más aficiones que el boxeo y la escucha obsesiva de la Fantasía en do Mayor de Schuman. Cuando Esteban acepta el encargo de proteger a una joven bailarina amenazada de muerte, se ve arrastrado a una oscura búsqueda donde un bailaor cojo, un enano entusiasta de las peleas de perros y un tenebroso empresario artístico forman el coro contra el que el boxeador hace la sombra, antes de que reaparezcan los viejos fantasmas del pasado. El mito griego del laberinto, los claroscuros de la novela negra, el fulgor de la danza y la épica del boxeo se mezclan en una historia traspasada de violencia y de humor sardónico, pero también de un lirismo desesperado, donde las promesas rotas se guardan tras una insobornable ética de barrio.
Con El gran silencio, David Torres nos ofrece un grandioso fresco de la derrota y de su reverso, el fracaso; una narración fluida e implacable que sorprende a cada página por su fuerza, vigor poético e inteligencia, así como por ese esbozo de la nostalgia de lo que nunca se tuvo que encarna de forma indeleble Roberto Esteban, un hombre duro y honesto, a la vez tierno y salvaje, que sólo en la enigmática música de Schuman cifra el ensueño de ese mundo armónico que nunca alcanzará.
David Torres (Madrid, 1966), escritor, librero y guionista de televisión, ha publicado las novelas Nanga Parbat (Premio Desnivel 1999) y Los huesos de Mallory (2000, escrita en colaboración con Rafael Conde), así como los libros de relatos Donde no irán los navegantes (Premio Sial 1999) y Cuidado con el perro (2002). Es también crítico literario y articulista de prensa, y ha impulsado las revistas Ariadna, Anónima y La bolsa de pipas.
Las librerías de viejo tienen un encanto especial para los amantes de libros antiguos que andan a la busca y captura de libros descatalogados, como es el caso del escritor Andrés Trapiello. Durante la promoción de su novela “Los amigos del crimen perfecto” galardonada con el Premio Nadal, recuerdo que al terminar la última entrevista de la mañana, el periodista Xurxo Fernández de El Correo Gallego, le dijo en que parte de la ciudad había un par de librerías dedicadas a libros antiguos y sin pensárselo dos veces, decidió ir a verlas, que no lo esperáramos para comer, prometiéndome que volvería pronto porque seguíamos con más entrevistas por la tarde.
A David Torres le encanta la buena cocina, elaborada con esmero y mimo, aquella de la que nos hablaba el escritor gallego Álvaro Cunqueiro, y que nos dejó en su libro “Cocina Gallega”. Lo llevé al Restaurante San Clemente, de primero nos sirvieron unos entrantes de empanada de atún y pulpo a feira, de segundo una super fuente variada de mariscos, regados con alvariño, famoso vino blanco de las Rías Baixas. En el postre, brindamos por el éxito de su novela “El gran silencio” finalista del Premio Nadal.
La Voz de Galicia: Concha Pino
Titulares: “Los autores del premio apelan a la literatura como espejo de vida”
“Andrés Trapiello rinde homenaje al Quijote y reclama justicia a
crímenes de la guerra”
Si el premio Nadal representa para el ganador de la edición de este año Andrés Trapiello, “algo así como que culmina cosas”, para el finalista, David Torres, significa el empujón que necesitaba para publicar “sin que sea, como hasta ahora, a través de un premio”.
Ambos estuvieron en Santiago para promocionar los amigos del crimen perfecto, Trapiello, y El gran silencio, torres. Y los dos coinciden en decir que les honra sumarse a la nómina de autores de Destino con Cunqueiro, Delibes, Torrente Ballester, Sánchez Ferlosio o Carmen Laforet. Y en apostar por la literatura como espejo de la vida que hay alrededor.
La novela de Andrés Trapiello excede el género policiaco con que envolvió una historia en la que plantea si estamos legitimados o no para tomar la justicia por nuestra mano en los casos que la justicia desaparece. Cuando empezó a escribir Los amigos del crimen perfecto, el autor pretendía que fuera un homenaje y una parodia de la novela policíaca y, a un tiempo, del Quijote, “en la medida en que la gran obra de Cervantes era una parodia de las novelas de caballerías”. Pero la trama cambió cuando se cruzó por medio una novela sobre el maquis en Madrid. Decidió que el grupo de amigos unidos por el gusto a la novela policíaca, que se reúne en un café para teorizar sobre el crimen perfecto, debe investigar un crimen real acaecido en la postguerra y que quedó sin castigo. Por eso la novela empieza el 23 F: “Aquel día se abrió una puerta al pasado y nos espantó entrever lo que hubiera podido volver a pasar”.
Género negro
David Torres optó por el género negro, aunque dice que empezó a escribir El gran silencio “sin demasiadas pretensiones literarias, porque pensaba en una novela divertida”. Pero fue ganado peso y le frustró que no tuviera la acogida editorial que esperaba una historia que lleva implícita una crítica social y que aborda un tema “tan interesante y de atractivo literario”. Por eso la presentó al Nadal, y acertó.
Torres, librero de profesión y guionista tiene una propuesta firme para llevar esta novela al cine. Y existen muchas posibilidades de que la protagonice Javier Bardém. Él espera poder colaborar en el guión y que se enfoque por el cine negro, una apuesta que defiende también en la literatura. Cree en la novela de género “porque da una perspectiva que sitúa al lector”. Ya escribió dos novelas de aventuras, y piensa en una próxima de ciencia ficción.
El Correo Gallego: Xurxo Fernández
La Rosa de los Vientos
Titular: “Venganza o el crimen sin castigo”
Cuando Andrés Trapiello accede a la literatura, ya ha pasado por diferentes trabajos. Cada uno de ellos, como suele ocurrir, le supone unas vivencias fácilmente connotables y perfectamente diferenciadas. Pues por la misma razón que cualquiera supone, con razón, que tras los relatos de Jack London hay toda una vida a bordo de cargueros; y la experiencia asistencial se nota en la precisión en los detalles médicos de los relatos de Conan Doyle –su curiosidad como lector de prensa le lleva además, a homenajear al impresor Baskerville-, así, en el leonés se advierte una presencia reticular que demuestra a la perfección que ha sido –y sigue siendo- tipógrafo.
“En edición diferente, los libros dicen cosas distintas”, dice, recordando a Juan Ramón, este escritor que se ha hecho con el último premio Nadal con Los amigos del crimen perfecto –que edita, como siempre, Destino-, en la que hace un homenaje a la novela negra en la que , dando una vuelta de tuerca, añade un entramado estilístico en donde la memoria es protagonista, la soledad es el paisaje y la venganza, una de las claves.
Añade que “no dice lo mismo la palabra amor en una letra gótica que en una inglesa”. Comenta la importancia política de la tipografía, como cuando los nazis oficializaron la gótica, prohibiendo la futura de Paul Renner, del Bauhaus.
El autor recuerda que hay una relación directa entre los libros de caballería y la novela negra: “los detectives son los modernos caballeros andantes”. En la obra, además, los personajes quieren ser reales, a la manera de El Quijote, “que afirma Yo sé quien soy; algo que el propio Cervantes no habría podido decir; razón por la cual el personaje sobrevive al autor”. Pero sobrepasa el género. Se plantea el dilema del crimen sin castigo. Algo que, probablemente, exige venganza. Y ahí sale ese pícaro perdedor, sólido como una roca, convertido, a la sombra de Chesterton y de Quincey , en un nuevo y brillante arquetipo.
David Torres, finalista del premio, ha construido, a su vez, una magnífica novela de boxeo, El gran silencio, heredera de Cortazar, del cine –Más dura será la caída-, e incluso de la música. Llena de contrastes, baste decir que, en medio de un violento torbellino, el protagonista se obsesiona con una fantasía de Schumann. Imprescindibles, pues estos dos nadales.
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