1 de abril de 2003
“El milagro del gozo y del amor no se ha producido en mi vida. Me asalta la estremecedora sospecha de haber vivido en vano. Ninguna intensidad amorosa me dio de vivir como se da el agua en las manos para que beba un niño. Y yo ya no tengo niños además. Ningún amor debe ser fútil: ninguna dicha baldía. Pero yo sólo he tocado de oído en estos temas…
“No deseo engañarme más: mi jardín, el pequeño jardín en el que me he movido, es lo contrario de la naturaleza, como lo contrario de un río es un pantano. Quizá el pantano sea más práctico y más útil, pero el río no es él; el río, con sus avenidas y sus estiajes, es algo vivo y fluyente. La naturaleza es la selva, la jungla, la aridez o la feracidad: lo opuesto a los recortados macizos de un jardín, lo opuesto a la artificialidad domesticada de los setos y de las podas. El desorden de fuera no lo entendemos porque es más grande que nuestro corazón. Lo que entendemos es el orden del jardín. Siempre tan confortable.”
Con El manuscrito carmesí obtuvo el Premio Planeta 1990, a la que le siguieron, con gran éxito, las novelas La pasión turca, Más allá del jardín, La regla de tres, Las afueras de Dios y El imposible olvido y relatos de amor bajo el título Los invitados al jardín.
En 2002 inició sus actividades la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores.
Antonio Gala y yo
Cuando promocioné en esta ocasión al escritor Antonio Gala, le acompañaban Sara Gómez, una de las mejores jefas de prensa del mundo editorial, representando a la Editorial Planeta, y Luís el secretario de Antonio Gala.
Fuimos a cenar al restaurante Camilo, en el transcurso de la conversación que manteníamos surgió la figura de Manolete el torero más grande de su época que murió de un pitonazo causado por un Miura de nombre Islero. Antonio me contó que Manolete era amigo de sus padres a los que frecuentaba con asiduidad. En una de esas visitas Antonio le preguntó al diestro qué era lo más difícil de torear, y le respondió: "Lo más difícil no es que el traje pese, que sean las cinco y haga calor, que el público chille y no sepas por qué, no son las embestidas. Lo más difícil es que, además de todo eso, hay que estar bonito".
Yo no entiendo nada de toros, pero de niña en mi familia siempre escuche decir que Manolete fue en su día el más grande de los toreros.
Al día siguiente durante la promoción se unieron los comerciales de Planeta para Galicia, Ignacio Ponte y Conchi Veiga, que acompañarían al escritor Antonio Gala, a Luís y a Sara hasta A Coruña, al terminar las entrevistas en Santiago.
Sara, Ignacio, Luís y Conchi
PRENSA
Faro de Vigo: Carmen Villar
Titular: “el que no sufre o goza por amor está muerto”
Hay sueños que se hacen realidad y realidades que se construyen a partir de sueños. El último libro de Antonio Gala, que ayer presentó el propio autor en Santiago, nació de uno de esos viajes a no se sabe dónde nocturnos. Los lectores ávidos de fantasías podarán averiguarlo todo en el segundo relato de su libro “Los invitados al jardín”. Ese sueño fue para Antonio Gala, que se confesó creyente en el Destino, un “guiño” que le indicó qué camino tomar e incluso modificó su lenguaje hasta volverlo, como el mismo dijo, “distinto al mío: más jugoso, más rápido, más entregado, más fácil”. Un regreso, aseguró el escritor cordobés, a los orígenes: “la vuelta al balbuceo”, lo que “para un escritor que está al final ya de su carrera es lo mejor y lo más bonito que se lo puede decir”.
Ese destino en el que cree Gala (que “está escrito, pero que debemos reescribir con nuestra propia caligrafía y nuestras faltas”) no lo ha apartado, sin embargo, de su tema favorito. El gran protagonista del nuevo libro de Gala no podía ser otro que el amor, como siempre, pero examinado desde muchos puntos de vista: “He pretendido contar 32 facetas de ese poliedro misterioso que el hombre ha inventado”.
Ataviado con el pañuelo y el bastón (que incluso sirvió para solucionar problemas prácticos a alguno de los fotógrafos presentes), el Gala estuvo ayer en Santiago y que visitó la Catedral, aprovechó esa consabida consigna de yo he venido aquí para hablar de mi libro para construir casi una tesis doctoral sobre ese “múltiple misterioso y peregrino” que es el amor y, de paso, para denunciar una actitud de la juventud (ni el botellón ni las drogas) que lo molesta: el hecho de que esquivan el amor.
“El hombre ha conseguido que en el estrechísimo solar del sexo se haya construido una arquitectura tan bella, tan frágil y tan eterna al mismo tiempo que es el amor. Ahora que ya verdaderamente tendríamos la teoría del amor bien configurada, a los chicos les da susto y dan un paso atrás y no quieren llamar amor a nada”.
El amor del que habla Gala se debería escribir con mayúsculas ya que no dudó en asegurar que “el que no sufra y el que no goza por amor, correspondido, que es algo distinto a vivir. Sobrevivir es cos a de animales. El ser humano necesita de la intensidad, la vibración y la palpitación de la vida”. Y eso, a su juicio, sólo lo da el amor.
Hasta el punto de que el hombre que confiesa que tiene un “cementerio de rotuladores” con los que escribe, señaló que si en su tumba se hubiera de poner un epitafio, este rezaría: “Yo vivo”.
“Los invitados al jardín” de Gala son no sólo los protagonistas, sino sobre todo los lectores. “Yo tengo dos colaboradores al principio que son la soledad y el silencio y un último colaborador que es el lector. En este caso, he querido que el lector sea más colaborador que nunca mío, que pueda poner su firma debajo de la mía con total honestidad porque cada uno va a leer un libro diferente, según las caricias o arañazos que le haya hecho su último amor”.
“No sabemos amar”
Sin embargo, ese jardín al que invita Gala es territorio comanche. “Ya estuvimos invitados al jardín del Edén y todo acabó como el rosario de la aurora porque Adán y Eva, en el ejercicio de sus derechos humanos, ejercieron la racionalidad y la libertad”. Al contrario que esta pareja. “que salió con la cabeza muy alta”, la gente de ahora debe salir agachada “porque no sabemos amar”.
O no queremos. Gala cree que ese es el problema. Que los jóvenes de hoy en día tienen miedo a amar. Porque puede doler. “Me dan mucha pena los jóvenes porque huyen sistemáticamente de lo que duele en una época analgésica”. El autor de “La pasión turca” cree que es precisamente el dolor el que “personaliza” y no la felicidad, “que hace que nos parezcamos todos”.
Gala, que confesó haberse pasado su vida –literaria- echando a sus protagonistas del “jardín”, asegura que a la hora de enfrentarse al amor, hay que tener en cuenta que “el jardín no nos pertenece. Tenemos que entrar y luego dejarlo todo en el mejor estado posible y no lo hacemos. No somos ni buenos jardineros, ni buenos administradores ni buenos habitantes”.
A pesar de su pesimismo respecto a lo que quieran sentir las nuevas generaciones, Gala cree que “hay dos temas que seguirán eternamente siendo el fundamento de la literatura, las dos columnas que sostienen el edificio: el amor y la muerte”. Pero no se es tan confiado con respecto al futuro de ciertos géneros y ahora apuesta por el corto: “Para leer el “Ulises” de Joice se necesitaría un verano como mínimo y ahora nadie le da un verano a Joice.
***
La Voz de Galicia: Concha Pino
Titular: Gala sostiene que su libro es amor puro “porque no es cribo de idilios”
El amor, aunque esta vez abundando más en su lado oscuro, vuelve a ser el protagonista de una obra de Antonio Gala. El dueño de la herida, (Planeta) segundo libro de relatos de este autor, y el último, ya que, como dijo ayer en Santiago, “he cumplido con el relato, porque sospecho que la vida no quiere que escriba más, y siempre le hago caso”. Supone que su siguiente libro será una novela. Este de ahora es una obra de amor puro, “porque no escribo de idilios, que me parecen una cursilada del siglo pasado”, y de historias premonitorias o que han sucedido, “porque es muy difícil inventar algo que la vida no haya inventado ya, y mejor.
Buen conocedor del amor y de las pasiones humanas, Gala aseguró que no son frecuentes las imágenes de una pareja de 70 años con las manos cogidas, “porque no hay manos que resistan setenta años cogidas”.Otras de sus tajantes afirmaciones fueron que el amor no se encuentra, y que la mujer está más dotada para el amor, “lo que no quiere decir que sea mejor amante”.
Gala definió este libro de aleccionador y le atribuyó dos características. Por un lado un vocabulario especial y distinto en cada cuento, que lo convierte “en un ejercicio de estilo”; y de otro “un ejercicio de presencia”, porque él está en algunos relatos “como provocador, testigo, cómplice o confidente de alguna historia”.
La sutil ironía de Gala afloró en su encuentro con los periodistas para criticar la guerra: “no se lleva estar enamorado en una sociedad antipática” y porque “cuando el emperador del momento declara la guerra a un país que había tenido como aliado podemos decir que la humanidad no va por el camino esperado y deseable”; y para cuestionar actitudes políticas, como cuando respondió, a propósito del control de la voluntad que ejerce el amor: “No creo que el amor sea una especie de Manuel Fraga”.
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